
¿Cómo afecta el cambio de horario en Disautonomía?

El cambio de horario (adelantar o retrasar la hora oficial en un país) es una práctica estacional implementada en muchos lugares del mundo con el objetivo de ahorrar energía. Sin embargo, esta modificación externa altera el ritmo circadiano, un reloj biológico interno que regula funciones como el sueño, la temperatura corporal, la secreción hormonal y la presión arterial (Rutters et al., 2014).
Para las personas con disautonomía, cuyos sistemas nerviosos autónomos ya presentan una regulación ineficiente, los cambios de horario pueden ser especialmente desafiantes. La desincronización entre el reloj biológico interno y el nuevo horario social puede exacerbar síntomas y generar una sensación de descompensación prolongada.

Signos y síntomas más frecuentes tras el cambio de horario en personas con disautonomía
Mayor fatiga al despertar.
Dificultad para conciliar el sueño o despertar más temprano de lo habitual.
Mareos o síncopes matutinos más intensos.
Cambios en el apetito o en la tolerancia digestiva.
Taquicardia o palpitaciones al hacer esfuerzos leves.
Aumento de la irritabilidad, confusión o “niebla mental”.
Dolores de cabeza.
Desregulación térmica (más intolerancia al frío o al calor).
Estos síntomas reflejan la incapacidad del sistema nervioso autónomo para adaptarse con rapidez a los nuevos ciclos de luz/oscuridad, afectando también el sistema neuroendocrino y cardiovascular (Karatsoreos, 2012).
Métodos diagnósticos
El cambio de horario no se diagnostica como una enfermedad, pero sus efectos pueden observarse mediante:
Registros de sueño (actigrafía o diario de sueño).
Evaluación de variabilidad cardíaca (HRV).
Medición de presión arterial postural (especialmente en pacientes con POTS o hipotensión ortostática).
Cuestionarios clínicos de calidad de vida y sueño (como el PSQI).
Relación entre disautonomía y cambio de horario
Las personas con disautonomía presentan una alteración en la regulación circadiana, especialmente en la secreción de cortisol, melatonina y adrenalina. Por ello, los cambios de horario pueden provocar descompensaciones más largas y más intensas que en la población general (Raj et al., 2009).
Además, se ha visto que la variabilidad cardíaca, un indicador de salud autonómica, se ve afectada negativamente durante los días posteriores al cambio de hora, especialmente en personas con POTS, síncope vasovagal o hipersensibilidad al estrés ambiental (Shaffer & Ginsberg, 2017).