
Enfermedades/Condiciones Invisibles: Comprendiendo lo que no se ve

Cuando hablamos de salud, la imagen que suele venir a la mente es la de una persona con un yeso, en silla de ruedas o con signos evidentes que impactan a la salud. Sin embargo, existe un mundo de condiciones médicas que afectan profundamente a quienes las padecen, pero que no son visibles para los demás. Estas son las llamadas enfermedades/ condiciones invisibles .
¿Qué son las enfermedades/condiciones invisibles?
Las enfermedades invisibles son condiciones de salud crónicas o discapacidades que no presentan signos externos evidentes. Estas pueden incluir:
Trastornos autoinmunes: como lupus, esclerosis múltiple o artritis reumatoide.
Enfermedades neurológicas: como la migraña crónica o la epilepsia.
Trastornos metabólicos y hormonales: como la diabetes tipo 1 o el hipotiroidismo.
Condiciones del sistema nervioso autónomo: como la disautonomía o el síndrome de taquicardia postural ortostática (POTS).
Condiciones de salud mental y neurodivergencias: como la depresión, la ansiedad o el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).
Dolor crónico: como la fibromialgia o el síndrome de fatiga crónica.
A pesar de que estas no son visibles, pueden tener un impacto significativo en la calidad de vida de quienes las tienen.
Los desafíos de vivir con una enfermedad invisible
Vivir con una enfermedad invisible puede ser frustrante y desafiante. Algunas de las dificultades más comunes incluyen:
Falta de comprensión: Las personas suelen asumir que si alguien se ve “bien”, también está bien. Esto puede llevar a comentarios hirientes o juicios injustos.
Estigmatización: Algunas enfermedades invisibles, como los trastornos mentales, aún enfrentan altos niveles de estigma social.
Dificultades laborales: Sin adaptaciones adecuadas, mantener un empleo puede ser complicado para quienes tienen síntomas fluctuantes o discapacidades no visibles.
Impacto emocional: Sentirse incomprendido o invalidado puede contribuir a problemas como la ansiedad y la depresión.

El impacto de la disautonomía como enfermedad invisible
La disautonomía es un ejemplo claro de enfermedad invisible que afecta el sistema nervioso autónomo, responsable de funciones vitales como la regulación del ritmo cardíaco, la presión arterial y la temperatura corporal. A pesar de su impacto significativo en la vida diaria, a menudo se enfrenta al desconocimiento tanto de la sociedad como de los profesionales de la salud.
Para quienes viven con disautonomía, tareas aparentemente simples como levantarse de la cama, permanecer de pie o lidiar con el calor extremo pueden convertirse en desafíos agotadores. La falta de diagnóstico temprano y el escepticismo sobre los síntomas también contribuyen al aislamiento emocional y la frustración.

¿Cómo podemos apoyar a las personas con enfermedades invisibles?
Escuchar y validar: Preguntar cómo está alguien y creer en lo que dice puede marcar una gran diferencia.
Evitar juicios: Evita comentarios como “Pero te ves bien” o “¿Estás seguro de que no es solo estrés?”.
Aprender más: Investigar sobre estas condiciones para entenderlas mejor y ayudar a combatir el estigma.
Promover espacios inclusivos: En el trabajo, la escuela y la sociedad en general, fomentar entornos que consideren las necesidades de quienes tienen enfermedades invisibles.
Reconocer que no todas las discapacidades son visibles es un primer paso hacia una sociedad más empática e inclusiva. Las enfermedades invisibles, como la disautonomía, no solo afectan a quienes las padecen, sino también a sus familias y comunidades. Al abrirnos a la comprensión y al apoyo, podemos ayudar a mejorar la calidad de vida de millones de personas que luchan silenciosamente cada día.